A Llopis no le gustan ya los conciertos. Eso dice. En su libro hay un largo listado de los bolos que vio en los años setenta y ochenta. Listado suficiente para hacer babear a nostálgicos, rockeros de buen gusto y fetichistas. Uno no entiende que se durmiera viendo a Zappa en Paris (muestra especial aversión por el bigotes), envidia sus experiencias en vivo con BOC, Mink DeviIlle y muchos más. Y siente próxima la energía de Iggy sobre las tablas. Parece que va a acercarse de nuevo a La Iguana. Veremos cómo le sienta.
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