viernes, 8 de octubre de 2010

CON LA AYUDA DE MIS AMIGOS


Pues sí, la gente de Ruta 66 somos como somos. Olvidada la juventud, en muchos casos, y seguimos buscando motivos para polemizar, tirarnos los trastos y transmitir al exterior una imagen de gallinero revuelto que no acostumbra a coincidir con la realidad. Lo que entre nosotros es toma de postura continua y ganas de bronca sin malicia, parece lucha fraticida a quien no nos conoce, o nos conoce poco. La secta no es una balsa de aceite y algunas rencillas tienen parte de realidad (¿en qué colectivo, fraternidad o familia no sucede eso?), pero en general son punto de partida para unas risas antes o después de un concierto.
La última: el valor real de la amistad. Hay quien confiesa que no tiene amigos y que no le importa. Yo estoy en el bando contrario: creo tener amigos. Amigos reales, de los que sabes que puedes contar con ellos en cualquier situación, y que me tienen a su lado cuando me reclaman. Y mis amigos, pueden creerme, tienen un gusto excelente. Entre ellos me gustaría destacar hoy a dos de ellos: Jordi Pujol Nadal y Eduardo Ranedo. Miren si somos amigos que me he mordido la lengua y no les he maldecido en mi interior cuando se han adjudicado las reseñas de los últimos discos de uno de esos hombres a los que nunca, JAMAS, hay que perder la pista. Hablo, claro, de Jim Lauderdale, el último genio en activo del country –rock y el bluegrass. En el último número de Ruta 66, Ranedo se postra ante él y le da las gracias por los excelsos momentos que proporciona a sus oyentes. Jordi se estará relamiendo en su casa, seguro, desgastando este disco, Patchwork River, trabajado a medias con Robert Hunter –el inclasificable letrista ligado de por vida a Jerry Garcia y sus Grateful Dead-.
Si no me creen a mí, créanles a ellos. Son amigos de fiar. Míos y de ustedes si les conocen o llegan a conocerlos. Me largo al Monkey Week, en el Puerto de Santa Maria. Seguimos en contacto.

2 comentarios:

  1. ¡Qué bueno eso de tener amigos! Como "mi" Pin, que me presentó al bueno de Jim, cuando estuvo en Huelva con Costello. Tras comentarle mi admiración (muy poco original pero sentida), tuvo el detalle de regalarme ese Patchwork River, que desde entonces saboreo cada cada día. ¡Qué bueno eso de tener amigos! PD: A pesar de todo, se nota buen rollo en la Ruta. Saludos desde ninguna parte.

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