Es lo que (deberían) provocar los buenos textos centrados en exponer las bondades de la música: necesidad. Necesidad de volver a escuchar ese disco que tienes desde hace tiempo, para comprobar que lo que opina el firmante del artículo coincide con tu opinión. O que piensas radicalmente diferente, que también es posible.
Pude leer el texto que Ignacio Julià dedicó al antiguo líder de Soft Boys días antes de que entrara en máquinas. Y salí zumbando a por uno de esos caprichos que de tanto en tanto hay que permitirse: la caja I Wanna Go Backwards. Llevaba meses dándole vueltas, ocho lp’s en vinilo repletos de temas inéditos reclamando atención desde la estantería de la tienda. Tras la inmersión en las palabras de Julià, el box set viajó a mi casa, en acertada decisión, claro.
El hombre está de gira, deben saberlo. Esta noche actúa en el ciclo Caprichos de Apolo, en Barcelona. Un capricho con sabor a noche para el recuerdo.
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