GRATEFUL DEAD Y RHINO

El sello Rhino es garantía de disco bien editado, de cuidada edición que generalmente justifica el paso por caja. En el momento en que su logotipo y Grateful Dead se unen en portada, no retratarse es directamente pecado mortal. Abundan las referencias de Jerry Garcia, Bob Weir, Phil Lesh, los dos baterías Bill Kreutzman y Mickey Hart  en Rhino, discos que acostumbran a ser dobles, triples o quíntuples vista la extensión de los conciertos de la banda. Los hay cubriendo todos los periodos del grupo, bolos exóticos como los desarrollados en Egipto ante las pirámides o integrales sobre sus pases en salas míticas como el Winterland o el Cow Palace. Principalmente se recurre a su fase más expansiva y psicodélica, a los intervalos temporales que coinciden con sus mejores albums en estudio. Pero yo llevo días encallado en Knickerbocker Arena, grabación de su concierto en Albany en marzo de 1990. De los teclados se ocupaba el malogrado Brent Mydland, poco reconocido pero capaz de aportar mucho soul a su repertorio. Y, a pesar de los pesares, las tres galletas son excelentes, con incursiones en el repertorio de Dylan, una de sus debilidades (<<All Along The Watchtower>> y <<When I Paint My Masterpieece>>), la clásica <<Not Fade Away>> (en versión más alejada de Buddy Holly y los Stones, probablemente) y muchas de sus mejores canciones, mutadas como siempre para la ocasión. Les dejo, estoy <<Playing In The Band>>…….